Introducción
⌅El contexto político-económico y socio-cultural del mundo de hoy, extremadamente convulso, ha convertido la arena internacional en escenario de batalla ya no solo entre tendencias de izquierda y postulados de derecha -o más bien de ultra derecha- sino entre un ideario en pro del género humano y otro en su contra; es decir, una contienda entre enfoques humanistas y otros que no lo son.
En su ensayo George and Gide, el escritor Edward Morgan Forster (1879-1970) aseveró que un humanista posee cuatro características esenciales -curiosidad, mente libre, confianza en el buen gusto y fe en la raza humana. Dicha afirmación, además de confirmar la filiación de su autor, apunta a la definición de los posibles rasgos de quien se considere humanista.
Fuentes diversas coinciden en calificar el humanismo como cultivo o conocimiento de las letras humanas; movimiento que propugna un retorno a la cultura grecolatina y se acompaña de la convicción de que los clásicos de esa cultura contienen la expresión más alta de los valores humanos y son, por tanto, un medio para restaurar tales valores; doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos; actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona; consideración, sensibilidad y estima con el ser humano como el valor cimero de la sociedad, en el que se integran el talento, los sentimientos y la voluntad para transformar la realidad con su trabajo y a sí mismo; conjunto de ideas que expresan respeto hacia la dignidad humana y preocupación por el bien de los hombres, por su desarrollo multilateral, por crear condiciones de vida social favorables para el hombre. En su aplicación más general, el término humanismo puede referirse a cualquier sistema filosófico o ético centrado en los conceptos de dignidad y libertad del hombre.
Por derroteros humanistas, dando cuenta hoy de una contemporaneidad sorprendente, transcurren la vida y la obra de José Julián Martí Pérez, Apóstol de la independencia de Cuba y uno de los grandes intelectuales del siglo XIX en América. En este breve abordaje del tema se intentará precisar, a través de su propia creación, algunas claves de la vocación humanista martiana.
En su medular ensayo titulado Ese sol del mundo moral, Cintio Vitier (2003)Vitier, C. (2003). Ese sol del mundo moral. Ciudad de La Habana, Cuba. Ediciones Unión. asevera: “…la obra toda de Martí, incluyendo su crítica literaria y artística, es creación histórica en que la ética y la estética se funden”. (p. 85Vitier, C. (2003). Ese sol del mundo moral. Ciudad de La Habana, Cuba. Ediciones Unión.)
Para comprender cabalmente esta aseveración del ensayista, resulta imprescindible acudir al ideario pedagógico, estético y literario de José Martí (1853-1895), donde justamente se revelan su amor por las artes en general -inclúyase por supuesto la literatura- y un acendrado humanismo que le lleva a colocar al ser humano en el centro de todo ese ideario.
Martí define la literatura en tanto: “…expresión y forma, y reflejo en palabras de la Naturaleza que nutre y del espíritu que anima al pueblo que la crea” (O.C., t. 8, p. 336Martí, J., Obras completas. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba.). Entiende tal forma de manifestación estética como instrumento valioso para revelar la realidad y analizarla; por ello dice que: “Cada estado social trae su expresión a la literatura, de tal modo, que por las diversas fases de ella pudiera contarse la historia de los pueblos, con más verdad que por sus cronicones y décadas” (1972, p. 156Martí, J.,1972. Ensayos sobre arte y literatura. Ciudad de La Habana, Cuba: Ediciones Instituto Cubano del Libro.).
A través de la lectura, particularmente de buena literatura, puede moldearse éticamente a las personas; por ello afirma el Maestro:
La lectura estimula, enciende, aviva. Se lee lo grande, y si se es capaz de lo grandioso, se queda en mayor capacidad de ser grande. Se despierta el león noble, y de su melena, robustamente sacudida, caen pensamientos como copos de oro (1972, pp. 94-95Martí, J.,1972. Ensayos sobre arte y literatura. Ciudad de La Habana, Cuba: Ediciones Instituto Cubano del Libro.).
Acercarse a la vida -he aquí el objeto de la literatura: -ya para inspirarse en ella; -ya para reformarla conociéndola. (…) haciendo votos porque tienda no al pueril desarrollo de jeremíacos instintos poéticos, (…) sino a la formación de caracteres. (O.C., t. 21, p. 227Martí, J., Obras completas. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba.).
A esa literatura se ha de ir: a la que ensancha y revela, a la que saca de la corteza ensangrentada el almendro sano y jugoso. (O.C., t. 5, p. 469Martí, J., Obras completas. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba.)
La teoría de la literatura formulada por él toma en cuenta otras esferas del arte como la música y la plástica, las tradiciones orales y escritas de valor universal, el folklore y las ideas más avanzadas de su época (Hill, 1975Hill, H.O. (1975). El ideario literario y estético de José Martí. La Habana, Cuba: Editorial Casa de las Américas.).
Muy significativo es eso que denomina ejercicio del criterio: han de recordarse sus trabajos acerca de Whitman, Emerson, Flaubert, Pushkin, Heredia, Casal, y sobre todo acerca de Pérez Bonalde en el prólogo a su Poema del Niágara, texto que describe la forma de expresión modernista y explica su propia manera de asumirla. Antes de adentrarse en la valoración de la obra, Martí realiza un análisis del momento histórico y el contexto social y político junto a sus vínculos con el arte y la literatura (ILL, 2012Cuba. (2012). Prólogo a El poema del Niágara (1882). Instituto de Literatura y Lingüística (ILL). Recuperado el 13 de enero de 2022 de http://www.citmatel.cu. ).
En la actualidad, muchos teóricos reconocen en Martí, y no en Rubén Darío, al verdadero iniciador -aun cuando suelen llamarle precursor- del Movimiento Modernista. Para comprender tal reconocimiento basta comparar en cuanto a estructura, contenido y vigencia, por ejemplo, la obra poética martiana con cualesquiera de los libros que publicaron después los partícipes de esa tendencia.
Por mencionar solo una instancia, dígase que los poemas publicados en Versos libres, desde la nota inicial (“Mis versos”) hasta los incluidos a posteriori en apéndices tomados de borradores, constituyen paradigma de eso que refiere Antón Arrufat en tanto trabazón espiritual; son versos donde la tropología y los guiños intertextuales, en muchos casos, parecen haber sido concebidos apenas anteayer.
En ellos, al igual que en los Versos sencillos y en sus artículos de crítica artístico-literaria, son palpables la vocación y la ejecutoria humanistas. Así lo muestra cuando escribe:
Criticar, no es morder, ni tenacear, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que la afean; es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella (Valdés, 2002, p. 103Valdés, R. (2002). Diccionario del pensamiento martiano. Ciudad de La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.).
Para el Maestro, la literatura es corpus integrador cuyo valor resulta intrínsecamente axiológico y por tanto formativo en la senda humanista, implícitamente también en lo social como en la espiritualidad humana. Por ello se pregunta y responde su propia interrogante:
¿Quién es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a los pueblos? (…) La poesía, que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres la fe y el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues esta les proporciona el modo de subsistir, mientras que aquella les da el deseo y la fuerza de la vida (1972, p. 157Martí, J.,1972. Ensayos sobre arte y literatura. Ciudad de La Habana, Cuba: Ediciones Instituto Cubano del Libro.).
Imbricando su amor por las artes y su filosofía de vida, al juzgar a los seres humanos a través de su condición genérica, el Maestro afirma: “Un escultor es admirable, porque saca una figura de la piedra bruta: pero esos hombres que hacen pueblos son como más que hombres” (Valdés, 2002, p. 289Valdés, R. (2002). Diccionario del pensamiento martiano. Ciudad de La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.)
En el ensayo antes citado de Cintio Vitier (2003)Vitier, C. (2003). Ese sol del mundo moral. Ciudad de La Habana, Cuba. Ediciones Unión., el autor afirma que la prédica martiana puede resumirse en cuatro puntos clave: 1. Continuidad y unidad de la lucha revolucionaria. 2. Antirracismo. 3. Toma de partido “con los pobres de la tierra”. 4. Antianexionismo y antimperialismo.
Si bien, con propósitos analíticos y didácticos, así se ha fragmentado generalmente el estudio e identificación del pensamiento martiano -o de su prédica, como dice Vitier- no hay que olvidar que la esencia de esa prédica subyace, retomando la definición de Jaime García Cuenca, en la preocupación de Martí en cuanto a la existencia humana consagrada en “el hombre (…) en todas las determinaciones de su ser y que aspira a potenciar las vías de su plena realización”, concibiéndolo en su historicidad, en su devenir, en su desarrollo, en su plenitud”. (García, 2005; pp. 11-12García, J. (2005). La comparación en el análisis literario. Ciudad de La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación.) José Martí es, como él mismo expresó en una de sus definiciones del concepto de educación, depositario de toda la obra humana que le antecedió, y resumen del mundo viviente no solo hasta el día en que vivió, sino incluso hasta los días en que vivimos los seres humanos de hoy, etapa en la cual solo ese respeto a la condición humana, ese humanismo imprescindible, puede salvarnos de la perversidad y la locura.
Al constituir eje central de todo su ideario, es el humanismo el que da cuerpo a la vida y la obra del Maestro. Esa centralidad queda plasmada en lo que, en el ensayo citado, declara Vitier (2003)Vitier, C. (2003). Ese sol del mundo moral. Ciudad de La Habana, Cuba. Ediciones Unión. sobre Martí y “la armonía del universo”:
Ambos, razón y corazón, bien conjugados, permiten al hombre el único “goce real”, que consiste en “labrarse a sí propio”, en ser “criatura de sí mismo”, pero no para sí mismo, sino para entregarse en servicio a los prójimos y a la redención y crecimiento moral de todo el hombre” (p. 97Vitier, C. (2003). Ese sol del mundo moral. Ciudad de La Habana, Cuba. Ediciones Unión.).
En sentido conclusivo, a través de los ejemplos y comentarios expuestos en este artículo se revela que:
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Como en los casos de los grandes humanistas del Renacimiento, la vida y la obra de Martí transcurren por derroteros humanistas. En ellas se aprecia la preocupación por formar a la humanidad en la senda de la dignidad y el respeto a la existencia de los seres humanos, esa distinción transmitida -como él mismo dijese- en “gemidos” por el “alma humana” y consagrada en “la majestad del alma universal”.
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La literatura para José Martí es corpus integrador cuyo valor resulta intrínsecamente axiológico, formativo en la senda humanista e implícitamente también en lo social.
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La vigencia en cuanto a contenido, tropología e intertextualidad de su poética permite reconocer a Martí como verdadero iniciador del movimiento modernista.
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Al constituir eje central, piedra angular de todo su ideario, el humanismo da cuerpo, en su totalidad, a la vida y la obra del Maestro.
Para una comprensión cabal del legado martiano, para entender cómo llevar a vías de hecho la formación imprescindible de la juventud de hoy, retórnese entonces a ese planteo de la esencia humanista -tipificada en Martí- de la aseveración de Forster y los rasgos de un humanista: curiosidad, mente libre, confianza en el buen gusto y fe en la raza humana.
Retórnese al propio Maestro una y otra vez:
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En busca de referentes en cuanto a la curiosidad: “...Meñique saltando de acá para allá, metiéndose por todas las veredas y escondrijos, viéndolo todo con sus ojos brillantes de ardilla.” (La Edad de Oro, p.23Martí, J., 1959. La Edad de Oro. La Habana, Cuba. Editorial Lex.)
- Para hallar enfoques respecto de la mente libre:
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… la primera libertad, base de todas, es la de la mente: el profesor no ha de ser un molde donde los alumnos echan la inteligencia y el carácter, para salir con sus lobanillos y jorobas, sino un guía honrado, que enseña de buena fe lo que hay que ver, y explica su pro lo mismo que el de sus enemigos, para que se le fortalezca el carácter de hombre al alumno, que es la flor que no se ha de secar en el herbario de las universidades (O. C., t. 12, p. 348Martí, J., Obras completas. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba.).
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Para tener confianza en el buen gusto: “La música es el hombre escapado de sí mismo...” (O.C., t. 5, p. 293Martí, J., Obras completas. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba.) “Viene de adentro la hermosura del estilo...” (O.C., t. 19, p.338Martí, J., Obras completas. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba.) “La cultura quiere cierto reposo y limpieza, así como la vida doméstica” (O.C, t. 11, p. 448Martí, J., Obras completas. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba.)
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Para entender su fe inquebrantable en la raza humana: “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud...” (1985, Ismaelillo, t. 1, p.17Martí, J., (1985). Poesía completa. Edición crítica. Ciudad de La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas.) “¡Desconfianza de la humanidad los cobardes y los míseros!” (O.C., t. 14, p. 392Martí, J., Obras completas. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba.)
En el contexto político-económico y socio-cultural del mundo de hoy, tan convulso, donde se da la desgarradora contienda entre enfoques humanistas y otros que no lo son, retórnese una y otra vez, hoy y siempre, al humanismo del Maestro.