Revista de Gestión del Conocimiento y el Desarrollo Local Vol. 9, No. 3, septiembre-diciembre, 2022, ISSN: 2707-8973
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Puntos de vista

La mujer en los procesos de extensión agraria en Melena del Sur

Women in agricultural extension processes in Melena del Sur

Yiliam Cordiez Mesa*✉:yiliam72@nauta.cu

Julia María Fernández Trujillo


Universidad Agraria de La Habana, Cuba

 

*Autor para correspondencia: Yiliam Cordiez Mesa. E-mail: yiliam72@nauta.cu

RESUMEN

En el artículo se realizó un análisis sobre la participación de la mujer rural en diversos procesos sociales, igualmente, se valoró su incorporación al sector agrario en particular, y se determinó su contribución a la adquisición de conocimientos y a la adopción de tecnologías que influyen en el desarrollo, a partir de una experiencia en el municipio Melena del Sur, de la provincia Mayabeque. Se establecieron las relaciones entre los contextos y los fenómenos descritos a los niveles internacional y local. Pudo corroborarse que existe una mayor incorporación de mujeres a las actividades de toma de decisiones en las organizaciones locales, pero no se encuentran datos estadísticos más desagregados a nivel nacional y mucho menos a nivel local, donde perduran los prejuicios hacia un sector que tradicionalmente concede a los hombres el papel de productores de la vida y abastecedores. Las dificultades para examinar la realidad de las féminas en el área referida podría ser expresión de la invisibilidad que sufren.

Palabras clave: 
Mujer rural, desarrollo, participación
ABSTRACT

In the article, an analysis was carried out on the participation of rural women in various social processes. Likewise, their incorporation into the agricultural sector in particular was valued, and their contribution to the acquisition of knowledge and the adoption of technologies that influence the development, based on an experience in the Melena del Sur municipality, in the Mayabeque province. The relationships between the contexts and the phenomena described at the international and local levels were established. It was possible to corroborate that there is a greater incorporation of women into decision-making activities in local organizations, but there is no more disaggregated statistical data at the national level and much less at the local level, where prejudices persist towards a sector that traditionally grants women men the role of producers of life and suppliers. The difficulties in examining the reality of women in the aforementioned area could be an expression of the invisibility they suffer.

Keywords: 
Rural women, development, participation

Recibido: 07/6/2022; Aceptado: 28/6/2022

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

En la actualidad, cobran vital importancia los temas relacionados con la mujer y mucho más en el sector agropecuario. Con el triunfo de la Revolución en Cuba, la mujer y el campesinado, fueron los primeros privilegiados por las políticas dictadas en aras de su emancipación y reconocimiento social; sin embargo, los cambios culturales que se esperaban al respecto han sido muy lentos y no se ha podido ver una relación orgánica y coherente entre su necesidad y su efectividad.

Según Arce (2012)Arce, M. B. La mujer en la agricultura cubana: Recuperación de una experiencia. Ra Ximhal, volumen 8. número 1 enero-abril, (2012). Universidad Autónoma Indígena de México (páginas 127-139) Disponible: http://wwwredalyc. or/artículo. a? id=46123324009.Revista de Sociedad, Cultura y Desarrollo Sustentable en Cuba se manifestó desde los primeros años de la construcción del socialismo el difícil engarce entre las clases sociales y el género. No necesariamente al igual que lo ocurrido en la mayoría de los países de América Latina, la incorporación de las mujeres como productoras agrícolas no cambió el tipo de relaciones entre los miembros de la familia, particularmente entre hombres y mujeres.

Se ha demostrado que las mujeres agricultoras se encuentran en una posición desfavorecida en términos del uso y acceso a los activos (como la tierra, el ganado y la maquinaria), insumos (fertilizantes y semillas mejoradas), y servicios (extensión). Lo verdaderamente sorprendente de esta evaluación es que esta asimetría se observa en todas las regiones del planeta, con brechas de distinta magnitud (Bernal y Moreno, 2012Bernal, M., Moreno A, (2012). ¿Por qué hacer visible el talento femenino?, IPADE Business School.). Esta “brecha de género” supone un obstáculo a su productividad y reduce sus contribuciones al sector de la agricultura y al logro de los objetivos más generales de desarrollo económico y social.

Las mujeres aportan en una muy buena parte al sustento del hogar y de su entorno; sin embargo, a pesar de su invaluable contribución, muchas veces su participación en la economía, el acceso a posiciones de poder, a la capacitación y la educación está limitada.

Existen múltiples aproximaciones a esta temática. En Cuba, se han realizado estudios relacionados con la participación e influencia de la mujer en la agricultura, Hernández y et al. (2012)Hernández C. N (2012). Soberanía Alimentaria. Editorial Caminos, La Habana., dan cuenta de ello. Organizaciones de masas lo incluyen en su agenda, tal como lo hacen la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).

Las cuestiones de género se mencionan en la mayoría de los planes y de las políticas agrícolas, de seguridad alimentaria nacional y regional, por lo general, se relegan a capítulos aparte sobre la mujer, en lugar de ser tratadas como elementos constituyentes de dichos planes y políticas. Muchos documentos de este tipo (incluidos los proyectos) todavía no tienen en cuenta cuestiones fundamentales sobre las diferencias entre los recursos disponibles para los hombres y las mujeres, sus funciones y las limitaciones a las que estas se enfrentan.

En ese contexto donde las relaciones hombre mujer son desiguales y representan una desventaja para estas últimas, la extensión agraria como práctica que implica, en sí misma, cambio de patrones y modos de hacer, ha sido lenta en reconocer las diferentes necesidades de las mujeres en la producción agrícola y en adoptar enfoques distintos para este grupo poblacional, a pesar de que se observan cambios en algunos lugares, el problema no está todavía ampliamente difundido ni asumido.

Este artículo se ha concebido con el propósito de aportar elementos teóricos y prácticos sobre la temática de la participación de la mujer en el sector, a partir de la extensión agraria, su conceptualización y principios, así como valorar los retos que esta debe enfrentar y las perspectivas para la transformación de la realidad que vive.

Para cumplir tal objetivo se han tenido en cuenta referentes teóricos y las vivencias de la autora en estudios y prácticas anteriores sobre el tema en Cuba.

EL ROL SOCIAL DE LA MUJER. LA MUJER Y LOS PROCESOS AGRARIOS

 

Desde la comunidad primitiva hasta la modernidad, la mujer ha estado signada por los roles sociales otorgados de reproductora de la vida. Se ha debatido entre ser soporte familiar y el inconsciente de ser colaboradora de la explotación familiar (va desde el trabajo doméstico no remunerado hasta el remunerado productivo).

En el caso específico del sector agrario, se ha podido ver que esta visión de la mujer como mera reproductora de la vida y ser relegado a planos inferiores, se hace aún más evidente. La agricultura sigue teniendo una importancia decisiva en la generalidad de las economías no industriales debido a su contribución sustancial a los ingresos de exportación de los países, el empleo y los medios de subsistencia. Las estadísticas oficiales subestiman el valor del trabajo de las mujeres y su contribución general a la riqueza nacional.

En este mismo sentido, (Abramo, 2006Abramo, L (editora) (2006) Trabajo decente y equidad de género en América Latina. Santiago de Chile, OIT.) considera que la mujer en el mundo globalizado de hoy, sigue siendo subvalorada, es relegada solamente a las labores domésticas y cuando tiene trabajo recibe menos remuneración que los hombres.

Durante siglos, la sociedad consideró que la mujer debía limitarse a cumplir con sus funciones de esposa y madre. Con el tiempo, las mujeres comenzaron a ocupar roles sociales más relevantes en distintas funciones, tanto en el mundo del trabajo como en la política. No ha ocurrido lo mismo en el sector agrario a nivel mundial:

“No hay mejor expresión, si el trabajo doméstico puede decirse que es en general invisible, el trabajo de la mujer agricultora en la explotación familiar es doblemente invisible porque, no sólo incluye el doméstico sino también una buena parte de tareas productivas difíciles de contabilizar. Sólo se considera trabajo “real” el que está relacionado con la producción de mercancías, y la mayoría de las tareas de la mujer en la explotación agraria no están directamente orientadas al mercado, siendo su aportación infravalorada y subestimada” (FAO, 1989, p.1FAO. 1989. Consulta Mundial sobre Extensión Agraria. Roma.).

Estos roles han estado en dependencia del tipo de sociedad, aun así, puede decirse que desde la prehistoria, las mujeres han asumido un papel cultural diferenciado. En sociedades de caza y recolección, casi siempre ellas acopiaban los productos vegetales, mientras que los varones suministraban la carne mediante la caza de animales. Como resultado del conocimiento profundo de la flora, los antropólogos manifiestan que fueron las mujeres las que se convirtieron en las primeras agricultoras.

Las estimaciones de la FAO muestran que las mujeres que trabajan en la agricultura tienen en promedio un bajo nivel de escolaridad. La pobreza que afecta a la mujer rural deriva, entre otros factores, del elevado porcentaje de analfabetismo (en algunas regiones del mundo), la limitada participación en la capacitación técnica, el bajo acceso a nuevas tecnologías, todo lo cual incide en su percepción y actitud hacia los cambios.

Las relaciones construidas socialmente entre el hombre y la mujer, constituyen un elemento organizativo de los sistemas agrícolas existentes en todo el mundo y un factor determinante de reestructuración agrícola permanente.

Las tendencias actuales en la liberalización de los mercados agrícolas y la reorganización del trabajo en el campo, así como el aumento del interés por el medio ambiente y la sostenibilidad están redefiniendo los vínculos entre el género y el desarrollo. La proporción de mujeres en la producción agrícola y las actividades posteriores a las cosechas oscila entre el 20% y el 70%; su participación está aumentando en muchos países en desarrollo y se están redefiniendo los vínculos entre el género y el desarrollo. La proporción de mujeres en la producción agrícola y en las actividades posteriores a las cosechas oscila entre el 20% y el 70%; su participación está aumentando en muchos países en desarrollo.

La incorporación de las mujeres rurales al empleo no ha implicado una disminución de la discriminación, especialmente en lo que se refiere al acceso a empleos de mejor calidad. Otro mecanismo que ha adoptado la mujer rural para superar las inequidades que le afectan, ha sido emplearse como trabajadora rural agrícola a tiempo parcial (temporera) o vincularse como asalariada en actividades no agrícolas. El caso Cuba es particular en este sentido.

Si se tiene en cuenta que la extensión agraria hace referencia a la aplicación de la investigación científica y los nuevos conocimientos a las prácticas agrarias a través de la educación agrícola y ganadera, alcanzando un rango amplio compuesto por comunicaciones y actividades de aprendizaje organizadas para la población rural por parte de profesionales de diferentes disciplinas, que implica no solo la mirada interdisciplinar, sino también la inclusiva será necesario reconocer que tanto mujeres como hombres juegan un rol fundamental en esos procesos.

Al analizar la contribución de la Extensión Agraria en vínculo con los modelos de desarrollo, se puede observar que existen múltiples esfuerzos por tratar de vincular a los investigadores con la realidad rural, diseñando para ello enfoques de extensión, transferencia de tecnología y educación no formal con la finalidad de ayudar a aprender sobre agricultura con un enfoque científico que tome en cuenta a los seres humanos en su totalidad.

Al respecto, la FAO (1989)FAO. 1989. Consulta Mundial sobre Extensión Agraria. Roma. consideró que la Extensión Agraria es un mecanismo de transferencia de tecnología involucrado en servicios de suministro de insumos, créditos y comercialización. Como se aprecia, desde esta visión se reconocen las necesidades de la población rural, no se excluye a ningún sujeto, pues dicha visión persigue lograr el desarrollo de la comunidad a partir del trabajo entre investigadores, extensionistas y productores con un solo fin: el desarrollo del sistema de producción y el bienestar social.

En relación con esta forma de asumir la extensión, Sánchez (1996)Sánchez de Puerta, F. (1996): Extensión agraria y desarrollo rural: sobre la evolución de las teorías y praxis extensionistas, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Secretaria General Técnica, Madrid. considera que existen diferentes formas de observar los procesos que envuelven la utilización de información y conocimiento en los que la percepción, la comunicación, el aprendizaje, la toma de decisiones y la difusión de innovaciones pues, como puede observarse, la extensión no se limita a una simple transferencia de tecnología y sí implica otros procesos hasta llegar a la toma de decisiones. De este modo es interesante llamar la atención sobre el hecho de “llegar a la toma de decisiones”, si estas decisiones las toman solo hombres, cuyos comportamientos son el resultado de una sociedad patriarcal, desigual y de prácticas que han generado inequidad de género se podrá comprender cuán importante puede resultar para las prácticas extensionistas despojarse de esa visión.

Para el proceso de desarrollo agrícola sostenible es indispensable la extensión con enfoque sistémico y participativo, que integre los aspectos positivos; según Núñez (2004)Núñez, J. (2004). Los saberes campesinos: Implicaciones para una educación rural. , se necesita de un enfoque que anime a investigadores y extensionistas a ir con la mente abierta, analizar los problemas y oportunidades, a elaborar planes operativos, dando participación a los productores y productoras en la definición de las soluciones, pues son solo ellos quienes ejecutan los programas de trabajo que deben ser elaborados colectivamente.

El trabajo de extensión que se debe realizar, sitúa al ser humano en el centro del proceso, parte de los principios sociales de respetar los conocimientos tanto científicos como empíricos de los productores, tiene en cuenta sus necesidades, es inclusivo y transformador. Los avances logrados al nivel de la participación de los agricultores en los procesos de extensión mejoran la comunicación entre productores y técnicos, aumenta la eficiencia de la transmisión del mensaje técnico (permitiendo el intercambio entre investigadores y productores), la recepción de las necesidades de los productores y el respeto de sus propios conocimientos empíricos (Thornton, 2003Thornton, G. (2003). La Extensión Rural en debate, concepciones, retrospectivas, cambios y estrategias para el MERCOSUR.).

MUJER Y EXTENSIÓN AGRARIA. EL CASO DE CUBA

 

La primera gran transformación del fondo de tierras agrícolas en Cuba tuvo lugar el 17 de mayo de 1959, con la promulgación de la 1ra Ley de Reforma Agraria. A partir de entonces, ha existido un desarrollo y crecimiento de las capacidades de las mujeres y de la existencia de oportunidades para el cambio de su status social; sin embargo, ello no significa un cambio cualitativo en la equidad en términos subjetivos.

Según el Censo de población de 1953, el 13.7% de la población rural empleada (1,754,000) eran mujeres, a pesar de ello no existe información sobre el tipo particular de labores que desempeñaban. La política hacia el campo de estos primeros años tenía el objetivo de mejorar las condiciones de vida del campesinado y lograr el desarrollo del sector rural.

A medida que avanzaba el proceso, las mujeres se insertaron en él para lograr los objetivos socio-económicos y políticos del país, aumentar su participación en el empleo y con ello aportar a la consecución de las metas generales que cada etapa del proceso incluía. En ningún momento se erigió como un movimiento autónomo con objetivos propios para defender reivindicaciones respecto de su condición. Lo cierto es que en Cuba se han logrado avances en la no discriminación hacia la mujer, ello no quiere decir que no existan sesgos entre ambos géneros, sobre todo a nivel subjetivo. Ello es visto con mayor “naturalidad” en el sector rural del país.

Con la crisis que se produjo en los años 90, como consecuencia de la caída del campo socialista en Europa del Este, las transformaciones de la economía cubana en el período también implicaron cambios en el sector agrícola cubano, marcadas por modificaciones vitales en las relaciones de producción. Aparecen nuevas formas de producción y nuevas necesidades. A pesar de ello, la mujer rural cubana está todavía inmersa en un proceso de cambio, si bien es cierto que las bases político-ideológicas en que descansa el modelo económico de Cuba de igualdad social y garantías plenas de derechos para todos sus ciudadanos, sigue siendo en este sector desfavorecido.

En el caso particular de Melena del Sur, municipio ubicado en provincia Mayabeque, Cuba, en la llanura cársica meridional Habana-Matanzas teniendo al norte el anticlinal Bejucal-Madruga-Limonar. Limita al norte con el municipio de San José de Las Lajas, por el sur con la Ensenada de la Broa, por el este con el municipio de Güines y por el oeste con el municipio de Batabanó. Presenta una extensión superficial de 231,8 kilómetros cuadrados. Su población principal se encuentra ubicada en el asentamiento cabecera. El municipio cuenta con 22 asentamientos: 3 urbanos y 19 rurales. Su población total es de 20 445 habitantes y tiene una densidad de 88.2 hab/km2.

Melena del Sur tiene como actividad económica fundamental la agricultura, la cual, a partir del Triunfo de la Revolución Cubana, se vio favorecida con la aplicación de la Primera y Segunda Ley de Reforma Agraria y la introducción de nuevas formas de producción a través de los avances científico-técnicos. Predominan los cultivos de ciclo corto, con áreas dedicadas al cultivo de la caña de azúcar. En la Tabla 1, se muestra la distribución de la tierra en el municipio referido, según su tenencia:

Tabla 1.  Distribución de la tierra en el municipio de Melena del Sur, según su tenencia
Concepto Superficie Superficie
Estatal UBPC CPA CCS Y Privados Total
Superficie agrícola 5934,9 4289,2 1189,1 5356,5 16769.7
Cultivada 3906,3 3902 1102,3 3201,9 12112.5
No cultivada 6547.1
Ociosa 58.2
No agrícola 5605,1 505,2 0 300 6410.3
Total 11540 4794,4 1189,1 5656,5 23180

Fuente: Elaboración propia

Como es posible apreciar, existe una diversidad de fuentes. En su mayoría, estas tierras están cultivadas por lo que se necesita no sólo personas para los procesos de siembra, atención cultural, recolección sino también para los relacionados con la venta, negocios y también para investigar sobre los aspectos asociados con el consumo y la satisfacción, de manera que cada uno de ellos debiera incluir a hombres y mujeres, sin embargo, la realidad dista mucho de seguir esta lógica. Observar cómo se dan los procesos extensionistas en Melena del Sur (Cordiez, 2022Cordiez, Y. (2022). La mujer en los procesos de extensión agraria en Melena del Sur, Tesis en opción al Título Académico de Máster en Extensión Agraria, Universidad Agraria de la Habana “Fructuoso Rodríguez Pérez”, Facultad de Agronomía, Mayabeque. ) lleva a reconocer los retos que en el sector agrario y desde la extensión, tiene el municipio en relación con la mujer. Dichos retos deben asumirse tanto desde lo objetivo (cantidad de tierras, producción de alimentos, satisfacción de necesidades, rol de hombres y mujeres en condiciones de productores extensionistas) como desde lo subjetivo (visión de las potencialidades de cada uno o una para asumir estos procesos). Lo primero cuesta mucho trabajo e implica desaprender y romper patrones y moldes culturales. Lo segundo conlleva una asunción, desde lo cuantitativo y lo cuantitativo, en su dimensión sociocultural.

Los juicios anteriores encuentran resonancia en el hecho mismo de que, en términos de empoderamiento, las cifras indican una mayor incorporación de mujeres a las actividades de toma de decisiones en las organizaciones locales, pero no se encuentran datos estadísticos más desagregados a nivel nacional y mucho menos a nivel local, donde perduran los prejuicios hacia un sector que tradicionalmente concede a los hombres el papel de productores de la vida y abastecedores. Las dificultades para examinar la realidad de las féminas en el área referida podría ser expresión de la invisibilidad que sufren.

Es posible afirmar que la mujer, a través del tiempo y de la vida, ha tenido una doble función: las actividades del hogar y las labores del trabajo (reproductoras de la vida) lo cual representa una desventaja y constituye uno de los rasgos de sociedades machistas, en las que se ha minimizado su desempeño y reservado tareas “diseñadas” sólo para ellas. Dichas tareas no incluyen con frecuencia la toma de decisiones, la generación de conocimiento. Tal situación ha ido transformándose, pero en el sector agrario aún queda camino por recorrer.

Como ya ha sido dicho, los procesos acaecidos desde 1959, en Cuba, han favorecido el cambio de mentalidad y actitudes, y han abierto posibilidades de acceso a estudios y profesiones, sin embargo, en la agricultura, esto no ha ocurrido siempre así, y no han cesado las contradicciones en cuanto a la aceptación de la participación de la mujer en las actividades agrícolas, en toda su dimensión. La inequidad presente entre hombres y mujeres en la sociedad cubana es aún más evidente en los municipios donde la agricultura constituye la principal actividad económica.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

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